Johann Morales: La cultura GEEK es una terapia de recuperación

Hacía 15 minutos la Cruz Roja lo había rescatado de su casa, en un esfuerzo conjunto con el equipo de bomberos, no fue nada fácil bajar por las escaleras a un hombre obeso de 165 kilos de peso, por casi tres pisos vía escaleras en espiral.

Su llegada al hospital fue un sueño y no precisamente de los buenos, no como esos sueños donde podemos ver campos floridos, llenos de recuerdos de infancia y seres queridos.

Este era un sueño de los que deseamos levantarnos rápidamente o de los que, en un girar del cuerpo volvemos a nuestra cama, en espera de un nuevo día de trabajo y una taza de café.

Durante toda su vida, su padre siempre le recomendó la importancia de vestir bien, de tener linda ropa interior, por si algún día alguna tragedia ocurría y terminaba en un hospital “Dios no lo quiera” acompañaba su frase. Sin embargo, en esta noche estaba completamente desnudo, encima de una camilla, cubriéndose solo con una sábana de hospital.

Nuestro Momboñombo Moñagallo era un hombre de 25 años, de esa época en donde uno se cree doña toda. Viajaba constantemente, alimentaba sus sueños de trabajo y sus gastos, de carajillo fue vapuleado decenas de veces por ser diferente.

Escondía su GameBoy para que las chiquillas del cole no se rieran y nunca fue a una fiesta de colegio, pa’ que!? mejor juego Final Fantasy o me pongo a leer, ciertamente el tiempo le daría alguna razón, este maje pudo lograr tener una carrera universitaria a los 21 años y para esa edad era trilingüe, conseguir trabajo y empezar a gastar en lo que amaba, fue algo que se dio mas rápido de lo que cualquiera pensaría.

No hay cosa tan peligrosa, como un joven sin experiencia y dinero fácil de una transnacional. Sin embargo, él nunca se dedicó a jumarse en las cantinas, a sentarse en las aceras de La California o comprar tonteras en bolsa, simplemente compraba juguetes, siendo un chiquillo, a los ocho de edad, le tiraron la puerta en la cara en casa de su tía abuela, el solo quería ver el magnífico Súper-Nintendo de su primo, con todo y sus flamantes cartuchos de Súper Mario World y Megaman X (“algún día”, se dijo él, “algún día”).

Se lo tomó muy a pecho, durante casi cuatro años, gastó todo su dinero en hacer evolucionar un cuarto lleno de coleccionables, videojuegos, pero jugando casi nada.

Las cosas se amontonaban, los discos y figuras no salían de su plástico, este tipo solo buscaba acumular más y más, se sentía vacío, tenía hambre y sed materialista.

Le gustaba leer y si bien trabajaba más tiempo del que disfrutaba, le gustaba tener todo guardado y saber que existía. Sí, en África las personas morían de hambre y en el cuarto de mi amigo, las figuras morían por atención.

Suscripciones a juegos masivos sobraban, pagos mensuales para nunca comenzar a jugar, era un triste acumulador Geek patológico, un obsesivo compulsivo que llenaba vacíos de su niñez y carencias con materiales, decía su psiquiatra, igualmente poco le importaba.

¿Me puede escuchar? Buenos días, ¿cómo se siente? ¿como amaneció? Enfermero, Levántemelo por favor. Este muchacho no se puede quedar dormido.

Esas fueron las primeras palabras que escuchó, mientras le retiraban la máscara y le sacaban la vía sanguínea, le tuvieron que dar un par de cachetadas, pero no de las dolorosas, más bien de las que son para despabilarlo a uno. “Mi nombre es Esteban Sáenz, yo soy su neurocirujano, usted está operado. Anoche lo tuvimos que intervenir de emergencia por un shock medular.

“¿Me puede decir cómo se llama y que día es hoy? Lo tengo amarrado porque usted no se me puede mover, discúlpeme, pero es por su bien. No se preocupe por recordar, la operación suya fue gigantesca y es normal que se sienta agotado. Lamento informarle que por su lesión, usted sufre de paraplejia, espero pueda aprender a llevar su nueva vida.”

Para él, no volvió la luz del día, durante doce días no comió y no podía ir al inodoro. Yo no le creo que no comiera en doce días y siguiera vivo, sin embargo, me contó como hicieron para ponerlo a hacer sus necesidades y me arrepentí de preguntar, solo lo podían levantar entre cuatro para limpiarlo o moverlo, no hablaba con casi nadie.

Solamente hablaba con sus coleccionables, con su Batman gigante, con Luke, muchas noches me escondía en el cuarto al lado de su recámara, lo veía llorar. Y en dos oportunidades, me entere de que buscaba quitarse la vida, poco sabía este sujeto que midiendo casi dos metros y pesando tantos kilos, unas pastillas no lo iban a matar, realmente solo lo ponían a dormir, quizás él quería dormir. No lo internaron en Pavas pues no lo podían mover.

Tres meses pasaron y no hablaba con nadie, ni existía familia, solo hablaba conmigo.

Su familia era la que mas sufría, pero ¿qué le iban a hacer? Si ya de por sí ese chavalo era un solitario. Un día realmente tuve una crisis de ira, la situación era incómoda y si bien yo no comprendía, quería verlo mejorar y fui claro, mis palabras fueron “Si de verdad quiere morirse, hágalo y deje de llamar la atención y si no, busque una oportunidad para avanzar y al menos no hacer a su familia sentirse como basura” y no regresé más a casa de mi colega en bastante tiempo.

Un día de esos en lo que uno menos piensa, es que va a hacer algo que quería hacer hace mucho, pero que nunca se atrevió, decidí visitarlo de nuevo, me fue muy curioso descubrirlo rodando en una silla de ruedas, aprendió a movilizarse hacia ella y la manejaba empujándose con un palo de escoba, con el mismo palo aseguraba los frenos de la silla, esto lo hacía para acercarse a su PC para jugar World of Warcraft, yo pensé que era algo sumamente tonto para alguien que debería buscar rehabilitación inmediatamente.

“World of Warcraft es un juego muy tóxico para alguien con tantos problemas”, me dije.

Pero no fue así, durante varias semanas lo veía divertirse jugando y para mi sorpresa, sus dedos se movían bastante bien luego de unos meses de su operación, se suponía que nunca más podría manejarlos de una manera correcta, al igual que una de sus rodillas. Sin duda, todo esto combinado le facilitaba ese movimiento que ahora hacía, igualmente puedo decir que, si bien era un chico grande, siempre entrenaba artes marciales y lo vi muchísimas veces aprender a levantarse y dar o recibir una golpiza, a veces el cuerpo busca repararse solo.

Pero lo que más me sorprendía, era que podía hablar con sus allegados y comer, ¿acaso Warcraft estaba curando a este tipo? Eso no lo sé, ni lo creo, pero se reía y ya estaba almorzando y dando del cuerpo con ayuda médica. “¡Qué sea para lo mejor!, me dije.

Con el pasar de los meses, los juegos iban perdiendo su plástico protector, los que estaban enterrados en armarios infinitos, junto a sus consolas llenas de polvo, siempre fue un gran fanático de invitarme a jugar Playstation y comer pizza, yo procuraba acceder.

Un día lo encontré tirado en el suelo y creí que se había caído intentado algún nuevo truco, pero realmente estaba abriendo cada una de sus figuras de acción y colocándolas en estantes, que había improvisado de viejos muebles pintados y otros comprados directamente con su nueva incapacidad de trabajo, nunca pensé que esas figuras salieran de su empaque, pero viéndolo bien, yo nunca pensé que mi amigo quedaría parapléjico.

El chavalo leía historietas y acomodaba las figuras con solo una mano, basado en el diorama de lo que estaba leyendo, se levantaba con el mismo palo a la silla de ruedas y con sus dedos colocaba los accesorios de la figura, luego se compró una cámara de voz y un trípode y empezó a fotografiarlas. Siempre tuvo esa semilla con la cámara y con tanto tiempo libre, estaba explotándolo.
Siendo Desarrollador Web, se puso una página de fotografías de figuras de acción, se entretenía, luego de ello pasaba todo el día jugando WoW, Guild Wars y viendo Netflix.

Suena bizarro, pero a veces los ojos se le veían más felices que antes de que quedara en ese estado, desde los dieciocho era un recio trabajador y siempre cumplía su horario, nunca aflojó y nunca falló, hasta quedar tirado en la cama, creo que puede sonar molesto, pero quizás esto fue su viaje de vacaciones más largo.

Durante seis meses, esta persona se negó a recibir terapia física para mejorar su paraplejia, nunca fue, nunca le importó, pero quizás algo ocurrió mientras se inyectaba dentro de esta tribu urbana Geek/Coleccionista y ahora, quería hacerlo, ahora viajaba diariamente en ambulancia al hospital México, donde le daban terapias eléctricas, acuáticas y físicas, para regresar de nuevo en ambulancia en la silla de ruedas para jugar World of Warcraft a las 4:00 p.m. en punto, para compartir con el raid, la guild, los amigos.

Su chat de voz  en Ventrilo, TeamSpeak y RaidCall era muy curioso, estaba lleno de amistades de todo el mundo, su acceso a idiomas le ayudaba, su Facebook se volvió popular y cada día la gente conocía un poco más de él y lo visitaban, incluso un día desde Australia le llego un troll chamán coleccionable, de una amiga que lo apreciaba, decidió expandirse y se metió a redes sociales de literatura, cultura, trabajo social, recuperación y decidió bajar peso. Tenía 80 kilos de más, era demasiado pesado y más aún para su situación, lo más que pudo hacer fue cambiar la dieta, pues no podía ejercitar, pero el peor intento es el que no se hace.
Cabe destacar que nunca más volvió a tener intentos de quitarse la vida, un día le pregunté ¿por qué dejó de hacerlo?, y me dijo, “si yo me muero ¿quién va a ser el healer de los heroicos y quién mantiene el foro controlado?”

Si nos ubicamos veinticuatro meses luego de su operación, podemos ver mucha mejoría en su terapia y una leve pérdida de peso, ambos funcionaron. Ahora caminaba en una andadera, perdió 40 kilos y aprendió a nadar solo (nadaba cada día de 5 a,m, a 9 a,m,), logró mover ambas manos y el cuello, salía y entraba de la piscina brincando de la silla de ruedas con sus manos. Estaba evolucionando y siempre llegaba en punto a las 4 p,m, a jugar World of Warcraft, ahorraba su pensión y se compraba figuras nuevas, cuando el Wii U salió al mercado, los dos fuimos a hacer fila a la Universal a comprarlo y los dos nos fastidiamos por igual.

Mi compa ya era un tercer sujeto, ya no era el ingeniero, pero tampoco era el parapléjico, había aprendido a cocinar hot-cakes de Star Wars, estaba ayudando en un albergue de personas con VIH, escribió una novela y dos historietas, encontró la pasión del tatuaje y los juegos de mesa. Cada fin de semana hacía fiestas de juegos y cocinaba para sus invitados, hasta se había aventurado a viajar completamente solo, fuera del país, a conocer a sus amigos.

Tenía una relación estable y cada día rompía más de sus cosas selladas que atesoró por décadas, para colocarlas en nuevos estantes, cada día se sentía más joven y se refrescaba, sentía que recibió una segunda oportunidad y que fue de la mano de su pasión, él debía y quería seguir disfrutando de su monstruo interior, se sentía en su ambiente, la promesa de cuando era joven llegó y quizás no cómo él esperaba, pero llegó.

Mi amigo ahora se dedica a su pasión y tiene dos novelas que dicen, son buenas, un taller fotográfico y de video, es director de su propia revista de Cultura Geek, la cual es de las más visitadas en Centroamérica, se le puede ver ayudando a su propia fundación benéfica para pacientes con cáncer y paralisis, el 70% de su tiempo lo dedica a ser un fanático geek, curador y coleccionador de santos griales coleccionables, es pensionado y si bien sigue gordo, ha bajado más de 40 kilos, entrena diariamente, es pintor de miniaturas y viajero de corazón, constantemente viaja a hacer periodismo para su medio y contar esta historia fuera de su país a las convenciones donde quieran darle un espacio para su historia.

No puede bailar ni escalar, pero sabe hablar, escribir y divertirse, ha sido invitado a eventos internacionales como: San Diego Comic-Con, Amazing Washington, ALV, EVO y Blizzcon, lo disfruta muchísimo y planea seguirlo haciendo.

Hace mucho tiempo que no sé de él, pero el último día que lo vi, supe que estaba manejando, supe que casi una década después, ya puede caminar y controlar el 90% de su cuerpo y que se apoya en un bastón, yo sé que le doblegaron el alma y el cuerpo, pero supo levantarse y la verdad, no lo habría hecho sin la cultura que tanto ama,y las personas que se convirtieron en su familia y le dieron una mano, sin estar necesariamente ahí.

Ese día, era su despedida, salía del país, pude abrazarle y saludarlo, el me sonrió en TGIF Escazú, caminaba rápido y fuerte, llevaba un saco negro y su barba larga roja, su cara demostraba ese sufrimiento que ya quedó atrás, pero que siempre será parte de nosotros, su sonrisa solo me expresaba pasión, una que nunca había visto desde que lo conocí siendo un chiquillo.

Me dijo “¿Usted sabe por qué nos caemos? ¡Para aprender a levantarnos!” Yo me fui a mi casa y manejando cerca de la Sabana, encendí un cigarro y me pregunté ¿qué habría pasado si esta persona no se hubiera refugiado en los juegos, se habría vuelto loco? ¿Quizás habría muerto? o quizás hubiera sido fuerte y se habría recuperado, me preguntaba de más personas con situaciones parecidas y cómo encontrar el camino a seguir cuando todas las salidas están cerradas, cómo aprender a no rendirse, el cigarro se apagó y no volví a pensarlo más.

Este texto es una interpretación del inicio de la novela “Lo que sangra”, del costarricense Johann Morales, en esta obra se relata una década de lucha para sobrevivir una enfermedad degenerativa de la mano de recuerdos, amigos y dolor.

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