Joyas Olvidadas: Muramasa The Demon Blade

Sobre las consolas de la generación previa, no es un error señalar que el Wii original fue quien tuvo peores críticas del gamer promedio.

Sin embargo, a la hora de dirigirse a un público más familiar (lo cual no tiene absolutamente nada de malo), este explotó en ventas y brindó una gama divertida de juegos. Acciones como esa le brindaron al Wii una reputación de infantil, de máquina para niños y demás. Recuerdo las interminables batallas en los foros de internet, marcando casi que exclusivamente la brecha gráfica entre la propuesta de Nintendo y su codeo con los grandes de Microsoft y Sony. Era verdaderamente descacharrante. Todo ese tiempo perdido juzgando, cuando se pudo haber perdido jugando.

Aunque, decía un filósofo:

“No es tiempo perdido si se divierte perdiéndolo.”

Por ende, muchos juegos grandes del Wii pasaron a la historia con acaso unas pocas menciones importantes, cuando contaban con la suerte necesaria. Una enormísima mancha al honor, para una aventura como Muramasa.

Cortes en dos dimensiones

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Navegamos a través de bellos paisajes en 2D, con un fluido sistema de combate y movimiento. Hay breves ascuas del fuego RPG en la experiencia, con un sistema de saqueo y elaboración dinámico, así como estadísticas y niveles para los personajes protagonistas. Centrado más en la acción, gozamos del mando de Wii para cortar, tajear y trozar como se nos venga en gana.

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Nuestros protagonistas son Momohime y Kisuke, dos personas con un manejo de la espada sin igual. La historia de cada de uno de ellos es diferente e interesante, y el juego corre, generalmente, en una línea paralela entre ambos. Como es evidenciable, el hecho de que hayan dos historias y personajes jugables distintos, alarga la experiencia de juego por más tiempo. Los dos protagonistas están cargados de personalidad, habilidades y caminos propios. El juego hace sentir ambas direcciones diferentes, un cambio más grande en la experiencia que el sexo de los protagonistas.

Podemos llevar un total de tres espadas, una principal y dos de repuesto. Las espadas poseen una durabilidad variable y si la gravedad de alguna situación lo requiere, es necesario cambiar de una a la otra con tal de no perder la compostura ni el ritmo en la masacre. Además de las espadas, nuestros espadachines también disponen de bombas, shuriken’s, zais y demás artefactos que desde siempre han acompañado al legendario mito del ninja en el arte. Los enemigos también son tan variados como nuestro arsenal, y dependiendo de la fase en donde nos encontremos, estos cambian, al igual que sus métodos de matar. Los jefes no retrasan demasiado su aparición conforme al resto de los adversarios y más temprano que tarde, tendremos entre las manos a seres más fuertes que el resto, con los cuales se requiere acabar para continuar el camino.

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Como es de esperarse, la dificultad del juego aumenta conforme progresamos, pero de la mano de los sistemas previamente mencionados. Muramasa da los canales para vencer, mas no la habilidad. El juego es justo, en ningún momento se encontrará a un enemigo imposible. Hace constar que, si perdemos, es nuestra culpa enteramente y estos son los pequeños detalles que hacen a la experiencia de juego una delicia.

Sin embargo, inclusive los parajes más bellos tienen sus piedras con las cuales tropezarse. El juego cuenta con algo de backtracking, y tras cierto grado de jornada, puede volverse algo repetitivo para el jugador desacostumbrado. Por mi parte, desconocí el aburrimiento y el tedio a la hora de jugarlo. La excelente línea argumental, que baila con tanta gracia con la jugabilidad y el apartado gráfico, volvió a la historia de Kisuke y Momohime un plato hecho por el más grande de los chefs.

Un poco de folklor nipon

Muramasa está ambientado en el país del Sol Naciente, a finales del Edo (último período en el que la sociedad japonesa se encontraba regulada por el feudalismo), en la isla de Honshu. Mantiene con sumo cuidado la atmósfera a la que tanto pertenece, con vistas detalladas, gastronomía del lugar, música oriental y el uso de voces en japonés, con subtítulos en inglés. Recuerdo haber leído quejas sobre esto último, pero no lo veo como un factor negativo. Al contrario, me parece una elección importantísima, ya que, en conjunto, dota al juego de una faceta nueva para el jugador occidental.

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Muchos de los personajes y enemigos con los que cruzaremos en nuestro camino, están basados parcial -o totalmente- en la rica mitología de la sociedad nipona. Más de una vez, luego de jugar, me era necesario buscar información del mito que inspiró al enemigo que acababa de cortar en trocitos. Muramasa es asombroso a la hora de despertar el interés y va más allá de los enemigos, locaciones, animales, arquitectura… En fin, sentía que había un pedacito de Japón en mi televisor cada vez que encendía la consola.

Además, miren que corronguera estos babuinos. A que son una monada, ¿no?

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Dentro de la lista de los mejores

A la hora de escribir el artículo, moría de ganas por jugar de nuevo el videojuego, en serio.

Muramasa es de lo mejorcito del Wii. Yo lo pondría al nivel de grandes de ese tiempo como Metroid Prime 3, Twilight Princess y Mario Galaxy. Aunque carezca un poco de rejugabilidad y pueda cansar en sesiones muy largas (como una gran parte de los juegos, a decir verdad); es la ambientación japonesa, la mitología que lo acompaña, sus dos envolventes historias paralelas y el fino –finísimo- sistema de combate y elementos RPG; lo que termina volviéndolo un clásico de la consola, una experiencia que debía (o debe) ser jugada por todo aquel fan del folklor del país del Sol Naciente y de la maquinita blanca del Nintendo.

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