(C506) La verdadera historia del Necronomicón, el Libro de los Muertos

Pocos libros mágicos han trascendido los límites del género,  y han generado tantas versiones, mitos y creyentes, como El Necronomicón.

El Necronomicón, el libro de la ley de los muertos, se trata de una recopilación de conjuros y rituales antiguos, que según el mito, traen la locura o la muerte a la persona que trata de ponerlos en práctica.

Sin embargo, a pesar de la manera tan creíble y erudita con la que fue escrito, El Necronomicón no es un libro real. Su creador, el genio del terror H. P. Lovecraft, es quien no solo escribió, sino que creó un mundo en donde el Necronomicón existía, pero este mundo no es el real.

Los verdaderos creyentes, aseguran que Lovecraft se inventó El Necronomicón, como una cortina de humo para ocultar la existencia de otros libros que había leído y que sí contenían los conjuros, sellos y poderes ocultos que se atribuyen al volumen original.

Lovecraft, creó cuidadosamente todo el misticismo que envolvería a este libro desde antes de su creación.  Un año antes de su primera mención, plantó en los lectores el “autor” de este libro, un árabe llamado Abdul Alhazred, en el cuento “La Ciudad sin Nombre”. La primera mención de este libro como El Necronomicón, fue en 1922 en el cuento corto “El sabueso”. Y desde su primera mención, Lovecraft se llenó de cartas solicitando este libro oscuro y mágico capaz de invocar a dioses oscuros.

El escritor siempre negó que el volumen fuera real y explicó que todo en él era de su invención, hasta el título mismo. Esto es una de las tantas aclaraciones que Lovecraft escribió:

“En relación a los libros terribles y prohibidos, me fuerzan a decir que la mayoría de ellos son puramente imaginarios. Nunca existió ningún Abdul Alhazred ni el propio Necronomicón, porque inventé esos nombres yo mismo. Luwdig Prinn y su grimorio De Vermis Mysteriis fue ideado por Robert Bloch, mientras que el Libro de Eibon es una invención de Clark Ashton Smith. Robert E. Howard debe responder del personaje de Friedrich von Junzt y su Unaussprechlichen Kulten….”

Pero a pesar de la insistencia de Lovecraft en aclarar que este libro era ficticio, muchos, muchísimos fueron los seguidores que no creían en que fuera una invención. Y no por falta de fe en la capacidad de Lovecraft, sino porque querían creer que este libro existía. Creían que Lovecraft estaba protegiendo a sus lectores de las consecuencias de utilizar este tipo de libros.

Lovecraft, en su genialidad, no solo escribió un libro lleno de oscuridad, ritos y misticismo. Sino que lo hizo tan creíble como pudo. La historia era tan verosímil en su época original como lo es en la actual. Inclusive, Lovecraft mezcló esa historia con algunos detalles reales. Pero muchos otros fueron inventados por Lovecraft, mira algunos de ellos:

  • El Necronomicón fue escrito en el año 730 por un poeta y demonólogo árabe, nacido en Yemen llamado Adbul Alhazred. Este nombre procede de un pseudónimo de Lovecraft. Lo utilizó en su juventud tras leer Las mil y una Noches. La base de este nombre es Abdul All Has Read, “el que lo ha leído todo”.
  • El libro en árabe del libro es Kitab Al-Azif, “El rumor de los insectos por la noche”, que es el sonido que el folclore árabe atribuye a demonios como los djins y gules, también basado en el libro Las mil y una Noches.
  • Alhazred murió en el año 738, despedazado y devorado a pleno día por una entidad invisible en un mercado de Damasco. Parte del libro lo compiló otro erudito iraní llamado Ibn Khallikan, quien si es un personaje real.
  • El Necronomicón lo tradujo al griego bizantino un monje llamado Theodorus Philetas, quien no era real. Fue el quien le dio su título actual. Las versiones en árabe y griego se han perdido. Las actuales proceden de una traducción al latín realizada, en el siglo XIII, por un padre dominico llamado Olaius Wormius. Curiosamente, a pesar de ser un personaje ficticio, existió alguien real con este nombre, un médico y anticuario danés del siglo XVI.

  • Pese a que la iglesia católica prohibió el libro, editores españoles y alemanes realizaron un puñado de copias en el siglo XVII. En la actualidad se conservan cuatro copias: una en la biblioteca Widener de la Universidad de Harvard, dentro de una caja fuerte; una copia del siglo XV, en la Biblioteca Nacional de París; otra en la Universidad de Buenos Aires y una última en la Universidad de Miskatonic en Arkham, universidad no existe.

Y lo más hermoso de todo esto, es que a pesar de que es obvia las referencias y los datos inventados por Lovecraft, la obra en sí es tan fascinante, como sus demás escritos, y muchas personas han dedicado su vida y su trabajo a alimentar las mentiras que giran alrededor de El Necronomicón.

Por ejemplo, la leyenda urbana dice que El Necronomicón está encuadernado en piel humana, aunque Lovecraft nunca llegó a describir su apariencia. En las universidades donde Lovecraft escribió que se conservan supuestas copias del libro, existen fichas de búsqueda muy detalladas y en las cuales misteriosamente el libro nunca está disponible.

Estos, aunque son actos con cierto sentido del humor, ayudan a que el mito crezca, y distorsione la realidad con la ficción. Una de las leyendas urbanas relacionada a estos tipos de bromas, dice que el escritor Jorge Luis Borges creó una ficha del Necronomicón en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.

También, muchos escritores se han nutrido de este mito para crear sus propias versiones de El Necronomicón y tener lucrativas ganancias con ellas. En 1973, la editorial Owlswick Press publicó una supuesta edición limitada del Necronomicón basada en unos manuscritos supuestamente encontrados en oriente medio, por el escritor de ciencia ficción L. Sprague de Camp. La obra está escrita en un dialecto inventado del árabe llamado Duriac.

Y la lista sigue, más tarde en los 70`s, apareció una versión del Necronomicón escrita por alguien que se hacía llamar simplemente Simon, detrás del libro está el escritor sobre ocultismo Peter Levenda, con el tiempo, su versión se ha conocido como el Simonomicon, y hasta los ocultistas dicen que es completamente falsa. En 1978 se publicó otra versión supuestamente obtenida tras descifrar mediante un superordenador un texto oculto en una obra de John Dee, un científico y ocultista real que sirvió como consejero a la reina Isabel I de Inglaterra y que frecuentemente se le asocia como uno de los traductores del Necronomicón. Hasta se ha llegado a decir que el Códice Voynich es, en realidad, un Necronomicón disfrazado.
Realmente, lamento romper el corazón de quien tenia la esperanza aún que El Necronomicón fuera real, o tuviera un origen oscuro y secreto. La realidad, es que El Necronomicón, es el fruto de un maravilloso cerebro, talentoso que supo plasmar en palabras mundos increíbles en los que nos sumergimos y nos perdemos.

Encontrar una copia de El Necronomicón es muy sencillo, se pueden encontrar en las librerías y también se pueden compra por Internet. Lastimosamente, se ha viciado tanto el titulo original, que no se puede garantizar al 100% que El Necronomicón que tengamos en las manos sea el que originalmente escribió Lovecraft,  o si es una de las tantas versiones de este.

En conclusión,  El Necronomicón, no es un libro real, no contiene rituales reales y no oculta códigos secretos. Es el fruto de una mente maestra, un genio adelantado su tiempo, que estoy segura jamás imaginó lo que su obra generaría generación tras generación.

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